viernes, 15 de septiembre de 2017

Adivina adivinanza ¿de dónde venían el Quijote y Sancho Panza?

Adivina adivinanza ¿de dónde venían el Quijote y Sancho Panza?

Unos mercaderes toledanos van a comprar seda a Murcia y en el camino divisan un viejo loco con una lanza que les está esperando a su paso.
El viejo loco había salido al alba de ese mismo día desde Puerto Lapice para dirigirse a su aldea, y tras alguna aventura sigue su camino “Y habiendo andado como dos millas, descubrió don Quijote un grande tropel de gente, que, como después se supo, eran unos mercaderes toledanos que iban a comprar seda a Murcia. Eran seis, y venían con sus quitasoles, con otros cuatro criados a caballo y tres mozos de mulas a pie.” ….”  se afirmó bien en los estribos, apretó la lanza, llegó la adarga al pecho, y, puesto en la mitad del camino, estuvo esperando que aquellos caballeros andantes llegasen, que ya él por tales los tenía y juzgaba; ”

Don Quijote tiene a su espalda Puerto Lapice y los mercaderes Toledo.
Está claro que han de encontrarse entre Toledo y Puerto Lapice y, como después se verá cerca (unos 30 km) de la aldea de donde partió y hacía donde se dirige el Quijote.




En esta zona al noroeste de Puerto Lapice se encuentran tres poblaciones : Consuegra, Madridejos y Urda. Las dos primeras tenían molinos de viento en aquella época y varias parroquias, por lo que no se puede hablar del cura o del barbero de la aldea, sino de uno de los curas o barberos.

Solamente nos queda Urda, aldea pequeña entre las faldas de los últimos montes de Toledo, rodeada de carrascales. En esta zona urda, urdilla o urdina es el nombre con que se denomina una pocilga o zahurda. Y según el texto del Quijote ha de ser un lugar famoso por tener las más gordas bellotas de la Mancha.


Además tenemos las siguientes pistas:

1ª) A don Quijote lo daba el sol en la cara en su primera salida en un día de los calurosos del mes de julio dirigiéndose a Puerto Lapice, eso indica una procedencia del oeste y a una distancia de unos 35 a 40 Km. Así en el Capítulo II vemos:

--Yendo, pues, caminando nuestro flamante aventurero, iba hablando consigo mesmo y diciendo: «¿Quién duda sino que en los venideros tiempos, cuando salga a luz la verdadera historia de mis famosos hechos, que el sabio que los escribiere no ponga, cuando llegue a contar esta mi primera salida tan de mañana, desta manera?: 'Apenas había el rubicundo Apolo (el sol) tendido por la faz de la ancha y espaciosa tierra las doradas hebras de sus hermosos cabellos, y apenas los pequeños y pintados pajarillos con sus harpadas lenguas habían saludado con dulce y meliflua armonía la venida de la rosada aurora, que, dejando la blanda cama del celoso marido, por las puertas y balcones del manchego horizonte a los mortales se mostraba, cuando el famoso caballero don Quijote de la Mancha, dejando las ociosas plumas, subió sobre su famoso caballo Rocinante; y comenzó a caminar por el antiguo y conocido campo de Montiel». 

 --con esto, caminaba tan despacio, y el sol entraba tan apriesa y con tanto ardor, que fuera bastante a derretirle los sesos, si algunos tuviera.


2ª) En la segunda salida, esta vez con Sancho Panza, recorre el mismo camino, se encuentra con unos molinos de viento (los de Consuegra y Madridejos) a unos 10 o 15 Km. del lugar de partida, pero para esto se necesita un pequeño desvío hacia el norte (a unos dos Km.) cosa que explica diciendo que en ese momento el sol les daba “a soslayo“ y no como en la primera (en la que al hidalgo el sol le causaba “más pesadumbre“).
           
“Acerto don Quixote a tomar la misma derrota y camino que el que el auia tomado en su primer viaje, que fue por el campo de Montiel, por el qual caminaua con menos pesadumbre que la vez passada, porque, por ser la hora de la mañana y herirles a soslayo los rayos del sol, no les fatigauan.”(cap.VII Q1).

3ª) Cuando don Quijote llega molido a palos a su aldea tras su primera aventura pide al ama que mande llamar a la maga Urganda, que con sus famoso ungüentos curaba cualquier mal, y poco después el ama le dice que no se necesita a esa urgada, jugando con el nombre de la maga.

4ª) Todo un prólogo cuyo argumento oculto explica que como nadie le hace unos versos iniciales los tiene que hacer él mismo.

Sólo quisiera dártela monda y desnuda, sin el ornato de prólogo, ni de la inumerabilidad y catálogo de los acostumbrados sonetos, epigramas y elogios que al principio de los libros suelen ponerse. Porque te sé decir que, aunque me costó algún trabajo componerla, ninguno tuve por mayor que hacer esta prefación que vas leyendo. Muchas veces tomé la pluma para escribille, y muchas la dejé, por no saber lo que escribiría; y estando una suspenso, con el papel delante, la pluma en la oreja, el codo en el bufete y la mano en la mejilla, pensando lo que diría, entró a deshora un amigo mío, gracioso y bien entendido, el cual, viéndome tan imaginativo, me preguntó la causa, y, no encubriéndosela yo, le dije que pensaba en el prólogo que había de hacer a la historia de don Quijote,…………

….También ha de carecer mi libro de sonetos al principio, a lo menos de sonetos cuyos autores sean duques, marqueses, condes, obispos, damas o poetas celebérrimos; aunque, si yo los pidiese a dos o tres oficiales amigos, yo sé que me los darían, y tales, que no les igualasen los de aquéllos que tienen más nombre en nuestra España. En fin, señor y amigo mío -proseguí-, yo determino que el señor don Quijote se quede sepultado en sus archivos en la Mancha, hasta que el cielo depare quien le adorne de tantas cosas como le faltan;

Entonces el amigo le da la idea de hacerlos él mismo

-Lo primero en que reparáis de los sonetos, epigramas o elogios que os faltan para el principio, y que sean de personajes graves y de título, se puede remediar en que vos mesmo toméis algún trabajo en hacerlos, y después los podéis bautizar y poner el nombre que quisiéredes, ahijándolos al Preste Juan de las Indias o al Emperador de Trapisonda,

Y así lo acepta, él mismo hará los versos iniciales y de esa forma podrá sacar a luz el libro de Don Quijote.

Con silencio grande estuve escuchando lo que mi amigo me decía, y de tal manera se imprimieron en mí sus razones que, sin ponerlas en disputa, las aprobé por buenas y de ellas mismas quise hacer este prólogo, en el cual verás, lector suave, la discreción de mi amigo, la buena ventura mía en hallar en tiempo tan necesitado tal consejero, y el alivio tuyo en hallar tan sincera y tan sin revueltas la historia del famoso don Quijote de la Mancha

Los primeros y extraños versos que aparecen (son de pies cortados y muy misteriosos) se titulan “Al libro de don Quijote, URganDA la desconocida, y ahí se habla de unos “indiscreto hieroglíficos” y de no “fijarse en dibujos“. Pero si se observa bien el dibujo que aparece en la “E” capital del comienzo de la narración “En un lugar de la Mancha …” se puede resolver este curioso jeroglífico del lugar ya que aparecen camufladas cuatro letras: U, R, D, A.

En los versos iniciales antes de la narración puede leerse:

                            No indiscretos hieroglí-ficos
                            Estampes en el escu-do
                            Que cuando es todo figu-ra
,
                                    Con ruines puntos se envi-da









E capitular del capítulo 1 (es de observar la tipografía de la «u» con el rabo derecho vertical curvado al final hacia la izquierda, al igual que en la 1ª imagen, y a su izquierda una «V»)
Pero además, la posibilidad de llegar a dar una pista sobre el nombre del lugar se puede producir según la interpretación que se dé a los extraños y enigmáticos primeros versos que aparecen:

5ª) En la segunda parte del libro, una vez derrotado en Barcelona y de regreso a la aldea, pide permiso al Duque para continuar camino ya que es más propio de vencidos caballeros habitar en una Çaurda que no en reales palacios.



6ª) En su último libro (Persiles) desde el Quintanar llegan a un pueblo “de cuyo nombre no me acuerdo (así, en presente de indicativo)” tras una curiosa introducción a esta parte y donde se cuenta que hay dos alcaldes y uno de ellos ha estado cautivo en Argel. Urda tenía dos alcaldes en aquella época pero además los nombres de dos regidores, Berrueco y Crespo, se corresponden con los pocos nombres que Cervantes asocia con el lugar de la Mancha en el Quijote. El apellido Cervantes también se corresponde con el de uno de los dos alcaldes que había en Urda en aquella época y fueron muchísimos los alcaldes de Urda con ese apellido, así como hay algún Crespo. Veamos parte de la lista de alcaldes de la época:


7ª) Urda perteneció a Alcázar de San Juan y éste a Montiel, lo que también coincide con lo que se dice en el Quijote, que al salir de su aldea hacia P. Lapice se encontraba en el Campo de Montiel o en sus contornos. Entonces se podría decir que no mentía Cervantes, porque los campos de Montiel comenzaban en los mismos términos municipales de Alcázar de San Juan, y conociendo como conocemos, que este comprendía el lugar del hidalgo, nada se contrapone geográficamente con la aseveración de lo novelado por Cervantes. Para más coincidencias tiene una cuestecita que subir y luego bajar para llegar a él desde Barcelona, tal y como se afirma en la última llegada, y además está rodeado de hermosas carrascas que podrían corresponderse con las mejores bellotas de la Mancha que según le habían asegurado a la duquesa eran famosas las de allí por su tamaño. 



8ª) Adivinanzas.

El primen enigma literario que podemos observar en la obra de Cervantes aparece ya en su primer libro, la Primera parte de la Galatea (1585), donde (en su Sexto y último libro) y ya acercándose a sus páginas finales se plantean entre los pastores ocho preguntas (adivinanzas) que han de ser formuladas y resueltas en orden, se llama jugar a preguntas y respuestas, o a qué es cosa y cosa o, entre los niños, a qué es cosi-cosi. La quinta de ellas tiene gracia porque la respuesta es la propia respuesta (la solución de la adivinanza es la propia adivinanza), es así:
Elicio 
Es muy escura y es clara;
tiene mil contrariedades:
encúbrenos las verdades,
y al cabo nos las declara.
Nasce, a veces, de donaire,
otras, de altas fantasías,
y suele engendrar porfías
aunque trate cosas de aire.
Sabe su nombre cualquiera,
hasta los niños pequeños;
son muchas y tiene dueños
de diferente manera.
No hay vieja que no se abrace
con una destas señoras;
son de gusto algunas horas:
cuál cansa, cuál satisface.
Sabios hay que se desvelan
por sacarles los sentidos,
y algunos quedan corridos
cuanto más sobre ello velan.
Cuál es nescia, cuál curiosa,
cuál fácil, cuál intricada,
pero sea o no sea nada,
decidme qué es cosa y cosa.
Y en la última pregunta un acontecimiento dramático pastoril impide dar la solución que parece quedar como para más adelante y finalmente es olvidada o relegada para la siguiente entrega (la segunda parte de la Galatea, prometida hasta el final de los días del autor y jamás publicada) y en definitiva nos quedamos sin saber la solución. Se trata pues de un juego muy completo de adivinanzas y con sus intríngulis y todo. Este hecho ha sido poco o nada señalado y menos comentado y como consecuencia de esto nadie en 429 años nos ha podido proporcionar la solución.
“GALATEA

Tres hijos que de vna madre
 nascieron con ser perfecto,
y de vn hermano era nieto
el vno, y el otro padre;
y estos tres tan sin clemencia
a su madre ma[l]tratauan,
que mil puñadas la dauan,
mostrando en ello su sciencia.

Considerando estaua Blanca lo que podia significar la enigma de Galatea, quando vieron atrauessar corriendo, por junto al lugar donde estauan, dos gallardos pastores, mostrando en la furia con que corrian que alguna cosa de importancia les forçaua a mouer los passos con tanta ligereza, y luego …” .
Y luego, desde aquí hasta el final de La Galatea se olvida el asunto de la respuesta y solución a los tres hijos tan perfectamente crueles con su madre y que a la vez se mostraban tan científicos dándola mil puñadas, así la solución de esta adivinanza no se da. Comentado este hecho a la muy sagaz filóloga y erudita Encarna Rodríguez Bermúdez al poco tiempo me escribió que la respuesta acertada era la mano. Los nudillos de la mano aporrean las puertas, las narices, lo que haga falta, y normalmente son los de los tres dedos centrales, los cuales presentan una cierta perfección en su aspecto y parecen ser hermanos. Así de cualquiera de ellos podía ser nieto el uno (el meñique) y el otro (el pulgar) era padre. Así pues tenemos a los cinco dedos y a la madre (la mano), a la que dan mil puñadas mostrando en ello su ciencia.
En todo caso queda clara la afición de Cervantes por las adivinanzas y, a su vez, su regusto por no dar la solución y dejársela al lector. Se pasó el resto de su vida literaria diciendo que le gustaría escribir la segunda parte de la Galatea, pero nunca llegó a hacerlo.

No quiero extenderme más en muchas cuestiones interesantes pero complejas de explicar, así que por ser breve aquí finaliza esta historia.
Esperando haber despertado su atención, un saludo,


Fernando Álvarez Junco